Cuando el dónde sí importa
Hace cuatro días estábamos pensando en los beneficios que nos podría proporcionar la incorporación a nuestras organizaciones de indicadores de gestión, como nuevo instrumento de ayuda a la toma de decisiones. Una fuerza impulsora que puede aumentar la velocidad, potencia y fiabilidad en el gobierno de las circunstancias que rodean los fenómenos que impactan en los objetivos de nuestras organizaciones. Se trata de los servicios de Inteligencia de Negocio (Business Intelligence) que suponen un complemento a los sistemas tradicionales de gestión y planificación: ¡Los cuadros de mando “Ad-hoc” y en tiempo real!
¿Qué hacer ante la realidad de que se haya duplicado la información digital almacenada mundialmente en tan sólo cinco años, respecto a toda la información digital generada anteriormente en la historia de la humanidad? Un despiste complaciente en esta carrera podría castigar gravemente nuestra competitividad.
El vertiginoso aumento de los volúmenes de información a tratar y analizar para gestionar y planificar, requiere un posicionamiento tecnológico y organizativo, equilibrado en coste/beneficio, que permita separar el grano de la paja en el menor tiempo posible, a fin de disponer de la información clave para una toma de decisiones fundamentada.
El presente artículo discute algunos aspectos esenciales referidos a las ventajas que puede suponer el uso combinado de los indicadores y los mapas, los llamados geoindicadores, y esbozar, asimismo, algunos beneficios que se pueden obtener mediante la aplicación de estas tecnologías en multitud de ámbitos, como soporte a la toma de decisiones. La aplicabilidad de esta simbiosis es inmensa, ya que puede abrazar un amplio espectro de problemáticas que pueden transcurrir desde la medio ambiental hasta la que atañe a la planificación urbana.
El uso cada vez más extendido de sistemas de Inteligencia de Negocio (BI) y monitorización de procesos, debe fundamentar su evolución alrededor de dos ejes vertebradores esenciales: la calidad de la información involucrada y el uso de tecnologías que aporten síntesis y visión. Combinadas adecuadamente, crearán nuevos escenarios que brindarán resultados de mayor valor. Aportarán rapidez, claridad y confort en la lectura de los resultados, al tiempo que mejorarán la interpretación y comprensión de las situaciones analizadas por parte de los actores y usuarios que los consuman, sintetizándolos simplemente en un mapa.
Perdemos mucha energía en los porqués, los cómo, los quién, los para,… y a menudo descuidamos los dónde. La representación sobre un mapa de cualquier indicador representa en sí mismo un gran ejercicio de síntesis. La razón: el poder y la seducción del sentido visual. Es una oportunidad irrenunciable, cuya omisión generará pérdida de tiempo en el mejor de los casos. El grado de madurez de las tecnologías de la información, nos abre las puertas a nuevos paradigmas. De hecho están ya al alcance de la mano todos los instrumentos y el acceso universal a los mapas de una forma sencilla y a un coste muy razonable. El dónde sí importa y nos dejará la huella.
De la universalización de la cartografía a los geoindicadores
El avance tecnológico y la democratización de las fuentes de información, antes reservadas sólo a segmentos muy especializados, hacen posible ahora lo que antes era inalcanzable, al menos a un coste razonable.
Con el desarrollo de las de nuevas tecnologías y la universalización de la cartografía a cualquier nivel y escala, accesible a todo el mundo, se han derribado todas las barreras que impedían la aplicabilidad de estas tecnologías.
Se dan todas las condiciones necesarias, pues, para poder trabajar con entidades, personas, objetos, infraestructuras o bienes de cualquier índole, introduciendo el atributo espacial. Aportará valor y dejará huella saber dónde acontecen los sucesos o dónde están las cosas, aún cuando no sea objetivo directo de la actividad desarrollada. Disponer del posicionamiento, sus características, valor, actuaciones ligadas al bien y su historia, aumentará nuestra capacidad estratégica y al tiempo nos aportará como valor añadido su trazabilidad.
Con la finalidad de dar un salto cualitativo en este nuevo reto de gestionar mayores volúmenes de información en menos tiempo y mayor acierto, se rescata un concepto clásico, ampliamente deseado y perseguido: los sistemas colaborativos, la normalización y calidad de los datos y su entrega bajo demanda, organizada como se requiera en cada caso.
Los geoindicadores, término acuñado para los indicadores ubicables en el territorio, tendrán un papel cada vez más relevante en este nuevo escenario. Simplemente utilizando de forma simbiótica la tecnología basada en los Sistemas de Información Geográfica con los sistemas de Inteligencia de Negocio. El objetivo: representar los estudios, simulaciones, prospecciones y ensayos realizados con herramientas de Inteligencia de Negocio sobre el territorio de una forma controlada.
¿Para qué son útiles los geoindicadores?
Se vive un período de cambios demográficos y ecológicos nunca vistos en la historia de la humanidad, existiendo una necesidad urgente de mejorar el conocimiento y el impacto de tales cambios, en los que estamos de alguna manera todos involucrados. Los indicadores socio-económicos y ambientales en general, y sus geoindicadores en particular, pueden proveer una herramienta esencial para advertir sobre inminentes umbrales que requieran modificaciones de políticas o actuaciones, por parte de las instituciones y del comportamiento humano.
Los indicadores tienen una naturaleza cuántica, numérica. Son medidas dentro de una escala o dominio, que inicialmente sólo arrojan el estado de una variable en un momento concreto del tiempo. Si a esta capacidad de lectura, la dotamos de representación en el plano espacio-tiempo, transformaremos los quantums en fenómenos, con plasmación geográfica y tendencia en el tiempo.
La utilidad la encontrará cada uno en su problemática concreta. El alcance de este artículo no va más allá de intentar poner luz a un escenario posible, que se barrunta ya al alcance de todo el mundo. Sólo pretendemos apuntar aquí algunas pautas que permitan entender la potencia de análisis que puede proporcionar un sistema colaborativo que resuelva escenarios con el uso de los geoindicadores.
Las tendencias no siempre son detectables de forma inmediata. Los geoindicadores son magnitudes que llevan en su seno su ubicación. Si además le añadimos el tiempo a la receta, resultará que las frecuencias y los ritmos nos van a dibujar las tendencias… ¿De qué?: de procesos y de fenómenos que ocurren tanto dentro de la propia organización como en el ámbito territorial que se gestiona y administra.
Este tipo de simbiosis colaborativa entre sistemas de información, permitirá responder a preguntas del tipo: ¿Qué pasa respecto a una determinada variable en un barrio, distrito o sección de la ciudad? (condiciones y tendencias), ¿Por qué ocurre? (causas, vínculos entre influencias humanas y procesos naturales), ¿Por qué es significante? (efectos económicos, calidad de los servicios públicos y sobre la salud), y ¿Qué hacemos al respecto? (planificación y gestión).
Tipos de geoindicadores
Algunos geoindicadores serán de “alto nivel” o “integradores” ya que agrupan medidas relacionadas pero independientes (calidad del agua, por ejemplo). Otros serán “aproximados”, ya que representan innumerables condiciones de las que dependen (por ejemplo, gradientes poblacionales, promoción económica, previsión de tesorería a medio plazo, etc. y sus correlaciones con otros parámetros relacionados).
Los geoindicadores primarios podrán usarse solos y permitirán detectar y monitorizar los problemas más importantes, son representativos del problema que se analiza y en general pueden medirse de forma sencilla y con tecnología de bajo costo. Los indicadores secundarios corroboran el problema detectado por el uso de un geoindicador primario. Se sigue el concepto de presión-estado-respuesta, dirigido a los tomadores de decisiones. Así, los indicadores se desarrollan para evaluar:
- Presiones sobre el entorno debidas a la actividad humana,
- Condiciones o estado resultante en el ambiente evaluado, y
- Respuestas políticas para corregir situaciones indeseables.
La calidad de la información, la mejor garantía para unos resultados fiables y de valor
El grado de calidad de los resultados obtenidos, será directamente proporcional a la calidad de la información que se utilice para realizar las prospecciones y simulaciones sobre los datos objeto de estudio, tanto los alfanuméricos o tabulares como los de naturaleza cartográfica. Así pues, las organizaciones que hayan trabajado con rigor en esta dirección, tendrán costes más bajos de puesta en marcha de este tipo de sistemas.
Los Mapas de Mando constituyen la evolución natural, con componente visual, de los clásicos Cuadros de Mando por un lado y de los mapas temáticos por otro. Nos ofrecen un paisaje a vista de pájaro, en el que analizar de forma sencilla e intuitiva, escenarios de alta complejidad, para obtener información consolidada, así como su dispersión o concentración sobre el territorio y en el tiempo.
Esta especial característica y la colaboración simbiótica entre sistemas de información, crea las condiciones para que los mapas de tendencias pasen a ser instrumentos de síntesis de gran ayuda para la gestión, el mejor gobierno y planificación de cualquier organización, sin perder ninguna huella en el camino.